Allende La Paz,
Cambio Total.
Llegado al
Acuerdo del primer punto de la Agenda –casi en su totalidad-, los
delegados de las FARC-EP y el gobierno
colombiano se aprestan para seguir con el segundo punto de la Agenda, el de
Participación Política.
El primer punto
demostró no solo el atraso en que han sumido el campo colombiano sino la
condena a vivir una vida de superviviencia a los campesinos e indígenas.
Condena llevada a la enésima potencia por cuenta de la política adelantada
desde el Estado con el desplazamiento forzado, punto que será abordado más
adelante.
Ello demuestra
que hay dos palabras con singular importancia en los puntos acordados de la
Agenda. Exclusión es la primera de ellas. Si el campesino colombiano ha sido
excluído de las políticas de beneficio estatales por cuenta de la Doctrina de
Seguridad Nacional, traducido en la práctica en el criminal ejercicio de « secarle
el agua al pez », nada más aberrante que la exclusión política de esos
sectores populares, los cuales han recibido el tratamiento de « enemigo
interno ».
Al campesinado le
han impedido su participación política a sangre y fuego, y sus líderes han sido
objeto –aún lo son- del exterminio físico así como del exterminio político. Las
dolorosas cifras de violaciones de derechos humanos –ejecuciones extrajudiciales,
desapariciones, masacres, torturas, etc- están a la orden para mostrar en toda
su magnitud las « políticas estatales » de masacramiento de la
población civil, no combatiente, desarmada.
Al tiempo del
exterminio físico, se produce el exterminio político de los líderes populares y
hasta el exterminio de comunidades enteras. Las cifras aterradoras de masacres,
desapariciones, etc, nos muestran el más sistemático y consuetudinario
Terrorismo de Estado cuyo objetivo cardinal es la implantación del terror como
forma de romper el tejido social popular para favorecer a los grandes
usurpadores de la tierra y de la representatividad política.
Los
terratenientes-ganaderos en el campo, y en las ciudades los sectores
controlados por los dos partidos tradicionales –liberal, en sus diferentes
versiones, y conservador, también en sus diferentes versiones-, usurpan la
representatividad política del pueblo, presentándose como los « elegibles »
al no haber alternativa popular precisamente porque ésta ha sido diezmada a
bala física. La participación estatal es inocultable. El general Farouk Yanini
Díaz, por ejemplo, era especialmente amenazador con los alcaldes de la U.P., en
desarrollo del Plan constrainsurgente que utilizaba las bandas de
narco-paramilitares para adelantar la « guerra sucia » contra el
pueblo. Y así era en todo el país.
Se produce de
esta manera la exclusión de los sectores populares de la arena política. Apenas
son tolerados expresiones de una llamada « izquierda » cuya
existencia sólo es asegurada en la medida en que le sirve a los intereses de
los detentadores del poder, los partidos liberal-conservador. Los demás son
desaparecidos del mapa político a plomo físico. Los asesinatos de los
candidatos presidenciales de la U.P. Jaime Pardo Leal, Jaramillo Ossa, y
parlamentarios, diputados, alcaldes, concejales, fue quizá el clímax sangriento
del Terrorismo de Estado.
Mas la orgía se
sangre ha continuado a lo largo de los años. El asesinato de líderes populares
ha sido una constante en la historia colombiana desde mitad del siglo pasado y
en el hoy día el asesinato de 8 miembros de la Marcha Patriótica y del Partido
Comunista Colombiano corrobora la sistematicidad de la ejecución de los
miembros de organizaciones populares.
El abordaje de
éste punto es crucial como los son todos los demás. Se hace imprescindible la
civilización de la actividad política para adentrarnos en la universalización
del ser humano colombiano, como dice por ahí un investigador. Los sectores
detentadores del poder deben renunciar a la forma de ejercer el poder mediante
la violencia y dejar en manos del pueblo los resortes para que sea éste a
través de canales democráticos quien realize la libre escogencia de sus
representantes.
Se inicia con el
punto de Participación Política el abordaje de las causas que han generado la
exclusión y el actual estado de cosas, abordaje extremadamente doloroso, pero
igualmente significativo para emprender el vuelo cada vez más alto. Un médico
colombiano nos hacía recordar por estos días a Apolinaire :
« Acercaos al abismo, les dijo.
Tenemos miedo, respondieron.
Acercaos al abismo, les dijo. Se acercaron.
Él, los empujó… y salieron volando. »
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